Jesús dijo a Beata Maria Pierina de Micheli (1890-1945):
"Quiero ser honrado con una fiesta especial el Martes de Carnaval, el Martes antes del Miércoles de Ceniza. La fiesta será precedida por una Novena en la reparación de todos los fieles conmigo, uniéndose a la participación de mi Dolor.”
Novena de Santa Faz de Jesús:
Oración (de Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz):
“¡Jesús! Tu imagen inefable es el astro que guía mis pasos. Tú lo sabes bien. Tu dulce Rostro es aquí en la Tierra mi Paraíso. Mi amor descubre los encantos de tus ojos embellecidos por el llanto. Cuando contemplo tus dolores sonrío a través de mis lágrimas. Deseo vivir ignorada y solitaria para consolar tu belleza. Esa belleza que se oculta en tu Faz bajo el misterio del dolor y que tan fuertemente me atrae a Ti. Tu faz es mi sola pátria. Ella es mi Reino de amor, mi prado risueño, mi dulce sol de cada día. Ella es el lirio del valle, cuyo perfume misterioso consuela mi afligida alma y le hace gustar la paz de los cielos. Ella es mi reposo, mi dulzura y mi melodiosa lira. Tu Rostro, dulce Salvador, es el divino ramillete de mirra que yo quiero guardar en mi corazón. Tu Faz es mi sola riqueza, no quiero nada fuera de ella. Jesús yo me asemejaré a Ti, y oculta entre los pliegues del velo de la Verónica, atravesaré la vida desapercibida de las criaturas. Deja en mi la Divina Impresión de tus besos, llenos de dulzura, y pronto llegaré a ser santa y atraeré a Ti todos los corazones. Cuando tus labios adorados impriman en mi el beso eterno, haz que me abrase de amor, y que este amor levante en el campo de la Iglesia una hermosa cosecha de almas santas.”
Primer día: "Llegados al lugar llamado Getsemaní, dijo a sus discípulos: ‘Sentaos aquí mientras yo voy a orar.’ Tomó con él a Pedro, Santiago y Juan y empezó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dijo: ‘Siento una tristeza mortal. Quedaos aquí velando.’ Se adelantó un poco, se postró en tierra y oraba que, si era posible, se alejara de él aquella hora.” (Marcos 14, 32-34)
Oración: "Santo Rostro de Jesús, Rostro de dolor y amor, ten piedad de nosotros!"
Segundo día: “Él se adelantó un poco, se postró en tierra y oraba que, si era posible, se alejara de él aquella hora. Decía: ‘Abba, Padre, tú lo puedes todo, aparta de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Volvió, y los encontró dormidos. Dijo a Pedro: ‘Simón, ¿duermes? ¿No has sido capaz de velar una hora? Velad y orad para no sucumbir en la prueba. El espíritu es decidido, pero la carne es débil.’” ”(Marcos 14, 35 -38) “Y, en medio de la Angustia, oraba más intensamente. Le corría el sudor como gotas de Sangre cayendo al suelo.” (Lucas 22, 44)
Tercer día: “Él se levantó de la oración, se acercó a sus discípulos y los encontró dormidos de tristeza. Y les dijo: ‘¿Por qué estáis dormidos? Levantaos y orad para no sucumbir en la prueba.’ Todavía estaba hablando, cuando llegó un gentío. El llamado Judas, uno de los doce, se les adelantó, se acercó a Jesús y le besó. Jesús le dijo: ‘Judas, ¿con un beso entregas a este Hombre?’” (Lucas 22, 45-48)
Cuarto día: “El Señor se volvió y miró a Pedro. Éste recordó lo que le había dicho el Señor: ‘Antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces.’ Él salió afuera y lloró amargamente.” (Lucas 22, 61-62)
Quinto día: “Quienes habían arrestado a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban. Tapándole los ojos le decían: ‘Adivina quién te ha pegado.’ Y le decían otras muchas injurias.” (Lucas 22, 63-65)
Sexto día: “Herodes con sus soldados lo trataron con desprecio y burlas. Y echándole encima un manto espléndido, lo remitió a Pilato.” (Lucas 23, 11)
Sexto día: “Herodes con sus soldados lo trataron con desprecio y burlas. Y echándole encima un manto espléndido, lo remitió a Pilato.” (Lucas 23, 11)
Séptimo día: “Entonces Pilato se hizo cargo de Jesús y lo mandó azotar. Los soldados entrelazaron una corona de espinos y se la pusieron en la cabeza; lo revistieron con un manto púrpura, y acercándose a él le decían: ‘¡Salve, rey de los judíos!’ Y le daban un bofetón.”(Juan 19, 1-3)
Octavo día: “Cuando lo conducían, agarraron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le pusieron encima la Cruz para que la llevara detrás de Jesús. Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres llorando y lamentándose por él. Jesús se volvió y les dijo: ‘Vecinas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos.’” (Lucas 23, 26-28)
Noveno día: “Junto a la Cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y al lado al discípulo predilecto, dice a su Madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo.’ Después dice al discípulo: ‘Ahí tienes a tu Madre.’ Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa. Después, sabiendo que todo había terminado, para que se cumpliese la Escritura, Jesús dijo: ‘Tengo sed.’ Había allí un jarro lleno de vinagre. Empaparon una esponja en vinagre, la sujetaron a un hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús tomó el vinagre y dijo: ‘Todo se ha cumplido.’ Dobló la cabeza y entregó el espíritu.”(Juan 19, 25-30)