El 25 de Febrero de 1922, Jesús se aparició a a Sor Josefa Menendez en Poitiers, Francia, con una Cruz muy pesada, la corona de espinas y ensangrentada su Divina Faz. Él dijo:
“Consuélame, Josefa, porque las almas Me crucifican de nuevo. Mi Corazón es un abismo de dolor. Los pecadores Me pisotean y Me desprecian. Nada hay para ellos menos digno del amor que Su Creador. Mira cómo estoy. ¡Cuántos pecados se cometen! ¡Cuántas almas se pierden! Vengo a buscar alivio en estas almas que no viven más que para consolarme. Muchas almas corren a su perdición y Mi Sangre es inútil para ellas. Pero las almas que aman se inmolan y se consumen como víctimas de reparación, atraen la misericordia de Dios. Esto es lo que salva al mundo.”