El Ángel de la paz se apareció en Fátima a los niños el 1916 antes de las apariciones de Nuestra Señora el 1917:
Primera aparición: El Ángel se apareció a Lucia, Jacinta y Francisco como un joven transparente, 14 años y más brillante que el cristal traspasado por los rayos del sol. El dijo: “No temáis. Soy el Ángel de la Paz. Orad conmigo.” Y arrodillado en tierra inclinó la frente hasta el suelo y dijo: “Dios mio, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.” Después de repetir esto tres veces, se levantó y dijo: “Orad así. Los corazones de Jesús y de María están atentos a la voz de vuestras súplicas.” Y desapareció.
Segunda aparición: El Ángel se apareció en casa de Lucia y dijo: “¿Qué estáis haciendo? ¡Rezad, rezad mucho! Los corazones de Jesús y de María tiene sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo. De todo lo que pidiérais ofreced un sacrificio como acto de reparación por los pecados con los cuales Él es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores. Sobre todo, aceptad y soportad con sumisión el sufrimiento que el Señor os envíe. Atraed así sobre vuestra patria la paz. Yo soy el Ángel de su Guarda, el Ángel de Portugal.” Y desapareció.
Tercera aparición: El Ángel se apareció teniendo en sus manos un Cáliz, sobre el cual estaba suspendida una Hostia, de la que caían gotas de Sangre al Cáliz. Dejando el Cáliz y la Hostia suspendidos en el aire, se postró en tierra y repitió tres veces esta oración: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la Tierra, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de María te pido la conversión de los pobres pecadores.” Después, levantándose, tomó de nuevo en la mano el Cáliz y la Hostia. Dió la hostia a Lucia y el contenido del Cáliz lo dió a beber a Jacinta y Francisco, diciendo: “Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombre ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios.” De nuevo se postró en tierra y repitió por tres veces la misma oración y desapareció.