El 28 de marzo de 1171, domingo de Pascua, en Ferrara, Italia, el padre Pietro da Verona celebraba la Misa con los otros tres sacerdotes. En el momento de partir de la Hostia Consagrada, ella liberó una gran cantidad de Sangre, salpicando gotas por todas partes y manchando la bóveda en la parte superior del Altar. Las personas que asistían a Misa quedaron muy impresionadas. La Hostia se convirtió en la color roja y muchos vieron al Niño Jesús en ella. Muchas personas han documentado testimonios del milagro y esto demuestra su autenticidad. Las manchas de Sangre todavía son visibles hoy y la iglesia se ha convertido en un lugar de peregrinación.
