sábado, 26 de octubre de 2013

Testimonio Padre Steven Scheier

El padre Steven Scheier, sacerdote norteamericano tuvo visión de juicio después de accidente de coche. El se vio enfrentado a su juicio particular después de accidente de coche. Jesús le dijo: “Tu sentencia es el infierno por toda la eternidad.” Entonces, Nuestra Señora: “Hijo, por favor, ¿puedes perdonar su vida y su alma inmortal?” Jesús dijo: “Él ha sido sacerdote por doce años para sí mismo y no para Mí. Dejemos que coseche el castigo que merece.” Nuestra Señora replicó: “Pero Hijo, si le damos gracias especiales, entonces veamos si da frutos. Si no, hágase tu Voluntad.” Entonces, Jesús dijo: “Madre, es tuyo.”

El Padre Steven Scheier dijo: "Yo fui ordenado en 1973. Mi sacerdocio no estaba sirviendo al pueblo de Dios, sólo en cómo las personas pensaban de lo que yo estaba siendo. Yo sabía que no era el sacerdote que debía ser. Yo podría corregir pecados y errores en la parroquia y no corregí para no desagradar a la gente. Yo hablé sólo lo que querían oír y no lo que Dios quería. Yo me preocupaba por el dinero y la manera de conseguir más dinero para la parroquia. Después del accidente, mi prioridad fue salvar mi alma y ayudar a otros a salvarse. Esto es lo que un sacerdote debe ser en todos los sentidos. Antes, yo quería la felicidad de este mundo. Lo importante para mí era lo que pensaban de mí y el prestigio del sacerdocio. La Eucaristía no era muy importante para mí. Jesús nunca prometió que vamos ser populares como sus seguidores. Sólo prometió cruces. Pero Él está con nosotros. Su Madre Bendita está aquí para ayudarnos. Yo siempre fui al Sacramento de la Confesión. Pero tenía un arrepentimiento egoísta. Yo sabía que si moría en pecado, mi alma sería castigado. No podemos arrepentirnos sólo por esta razón. Esto no es un verdadero arrepentimiento. Necesitamos una perfecta de contrición. El 18 de octubre de 1985, yo estaba en una pequeña parroquia de Kansas, llamada Sagrado Corazón. Por la tarde, en la carretera, mi coche tuvo un choque con un camión. Gracias a Dios, no morí. Yo fui lanzado de mi vehículo y mi cerebro fue cortado. La ambulancia vino y me llevaron al hospital. Una religiosa me vio y rezó un Ave María. Los médicos me dieron 15% de la esperanza de vida. El ministro de la Eucaristía rezó toda la noche por mí. La gente de mi parroquia rezó el Rosario. Recuperé el 2 de diciembre de 1985. Yo experimenté la misericordia infinita del Señor y la intercesión de su Santísima Madre."